lunes, 12 de diciembre de 2011

El Sacro Imperio Romano.

Aunque la idea del Sacro Imperio Romano corresponde a Carlomagno, el territorio que él gobernó recibió el nombre de imperio Carolingio; se extendía por Francia, Austria, Alemania y Suiza, pero a su muerte se dividió y Francia quedó separada del resto.

Otón I, rey de Alemania en 936, quiso revitalizar el viejo imperio romano. En 962 hizo que el papa lo coronase emperador Augusto y fundó así una línea dinástica que se mantuvo hasta 1806. Otón fue el monarca poderoso que sometió a sus vasallos (la nobleza que le debía fidelidad) y derrotó a los magiares. Conquistó Bohemia, Austria y el norte de Italia. Su imperio se convirtió así en Sacro Imperio Romano Germánico.

Estaba formado por numerosos ducados, condados y episcopados que, aun cuando debían fidelidad al emperador, eran mutuamente independientes. A la muerte de Otón lucharon entre ellos por el poder. Elegían al emperador miembros de la nobleza llamados electores, que casi siempre escogían al rey de Alemania.

El papado calculó que los emperadores del Sacro Imperio ayudarían a la Iglesia a gobernar sobre la cristiandad; pero eran reyes poderosos que mantuvieron frecuentes disputas y guerras con los papas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario